Dr. Pedro Julián Flores Moreno
Profesor e investigador de tiempo completo de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Colima
El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó a la población, a través de su director, el doctor Tedros Ashanom, que una nueva enfermedad denominada coronavirus (COVID-19) adquiere las características de pandemia. El día 16 del mismo mes se publica el acuerdo 02/03/2020 en el Diario Oficial de la Federación, en el cual se da por suspendidas las clases en las escuelas de educación preescolar, primaria, secundaria y aquellas para la formación de maestros de educación básica del sistema educativo nacional, así como las de tipo medio superior y superior, dependientes de la Secretaría de Educación Pública.
Lo anterior, provocó a una incertidumbre sobre el destino de la educación y, por ende, de la práctica deportiva universitaria, al desconocerse los medios y métodos bajo los cuales se pudieron mantener los procesos de preparación deportiva, así como de la realización de justas en la materia. Para el deporte de nivel amateur y profesional, las circunstancias transformaron significativamente los escenarios de práctica y de desarrollo, llegando a impactar en la alta competencia, al darse a conocer la reprogramación de los Juegos Olímpicos. La suspensión de las actividades presenciales en centros deportivos especializados, públicos y privados, orillo al quehacer deportivo a diseñar alternativas de trabajo para mantener un estado de forma física adecuado, así como replantear la estructura logística de participación en eventos deportivos de carácter clasificatorio o definitivo.
Las circunstancias no previstas en la atmósfera deportiva obligaron a tomar medidas para preservar el estado de salud de los deportistas, sin descuidar la ganancia física lograda meses antes. Por lo que la principal vía de dirección de preparación física se dio a través de medios digitales y, en casos excepcionales, en instalaciones a puerta cerrada, hasta que el 20 de agosto de 2021 se publica, en el Diario Oficial de la Federación, la reanudación responsable y ordenada del ciclo escolar 2021-2022 y, con ello, el regreso de deportistas universitarios a los espacios designados.
El regresar a las acciones físicas después de un periodo asistemático de actividades mostró un impacto negativo en estado de rendimiento físico y cognitivo del deportista universitario, la incógnita a resolver en ese momento fue “¿cuál será la forma segura de reiniciar los procesos de preparación física?”, ya que los efectos posCOVID-19, son diversos, pues se hablaba de daños a órganos como el corazón, riñones, piel, entre otros, en tanto surgía una interrogante más ¿con qué tipo de actividades de preparación física reiniciar el proceso?
De manera inmediata, grupos de trabajo se dieron la tarea de revisar las recomendaciones de actividades posCOVID-19, derivadas del hecho de que esta enfermedad afectaba los tejidos vasculares en todo el cuerpo, causando isquemia y reacciones inflamatorias donde el sistema inmune responde aceleradamente, generando un daño importante al organismo. No obstante, se mantuvo el reconocimiento de que, realizar actividad física moderada a vigorosa, de forma regular, provoca un estrés al organismo que influye en la función del sistema inmune, reduciendo enfermedades agudas respiratorias y, con ello, la morbilidad y mortalidad.
Para el retorno a las actividades formales de preparación física, cada entrenador tiene el compromiso de identificar quien o quienes de sus deportistas fueron afectados por el COVID-19 y solicitar al personal de salud las indicaciones correspondientes, además de descartar todo daño provocado por la enfermedad, de la siguiente forma: se deberá valorar el estado de aptitud física para conocer el nivel inicial de rendimiento físico y la comparación con los modelos que den paso a la identificación de la reserva de desempeño a desarrollar en el plan de trabajo programado. En lo correspondiente a las actividades, el American Colleges Sports Medecine sugiere, como primer elemento, tener contacto con el personal de salud para identificar si se es apto para el retorno a las actividades de ejercicio, mantener un ritmo de actividad física moderada, de 150 a 300 minutos por semana; después de haber sido diagnosticado con COVID-19, el deportista deberá descansar y no realizar ejercicio físico durante dos semanas, hasta una nueva valoración, de ser negativa, el volumen de entrenamiento deberá transitar de leve o bajo, con un aumento gradual y de seguimiento por parte del personal de salud. En relación a la fuerza y resistencia muscular, se deberá ir integrando de manera progresiva con un bajo volumen, incluyendo de cuatro a seis ejercicios con series de 1 a 2, hasta 6 repeticiones y dos minutos de descanso entre series y ejercicios
Para llevar a cabo las acciones de desarrollo deportivo, ya sea a nivel amateur o profesional, se vuelve imprescindible el monitoreo del estado de salud del deportista constante y sistemático, basado en estudios de tipo electrocardiográficos, para descartar enfermedades provocadas por COVID-19, como miocarditis, así como control bioquímico regular para descartar que el atleta se ha contagiado y que el realizar el entrenamiento pueda provocar un daño aún mayor.
- Acuerdo 02/03/2020 Diario Oficial de la Federación https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5589479&fecha=16/03/2020#gsc.tab=0
- Acuerdo 20/08/21 Diario Oficial de la Federación https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5627244&fecha=20/08/2021#gsc.tab=0
- Denay, K. L., Breslow, R. G., Turner, M. N., Nieman, D. C., Roberts, W. O., & Best, T. M. (2020). ACSM call to action statement: COVID-19 considerations for sports and physical activity. Current sports medicine reports, 19(8), 326-328.
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